Después de un primer día un poco perdidas, decidimos sacar la guía y aunque parezca mentira conseguimos orientarnos.
Primero, hicimos una visita por el barrio judío, que empieza en la plaza del ayuntamiento, recogida por la ópera y la Iglesia de Moisés. Justo detrás se alza la mezquita y un mercadillo comparable al rastro madrileño. Las calles contiguas al mercadillo y el barrio judío forman el barrio del Jordán situado entre los canales de esta ciudad.
Llegados a este punto decidimos hacer una paradita para comer y nos sorprendió el libertinaje de la policía municipal, que no se asombraban de ver borrachos con porros en la mano cantando "papa was a Rolling Stone".
Después de nuestra parada culinaria (bastante decepcionante por cierto), un instinto de investigador privado se adueñó de nosotras, y descubrimos un cartel escrito en chino, así que, indudablemente, habíamos encontrado el barrio chino o soho. Las calles de dicho barrio son estrechas y entre ellas se vislumbra de lejos el barrio rojo.
Por la noche, decidimos probar suerte en la plaza que conocemos (donde hay algo que aquí se llama "fiesta"), y encontramos un bar lleno de "apanoles" (es que nosotros somos muy discretos), y decidimos pasar ahí la noche, bueno hasta la una, porque a la una no hay más fiesta.
Llegamos a casa y nos sorprendimos al conocer a nuestros nuevos compañeros de habitación, una pareja de mejicanos que creen que despertar a sus compañeras a las 3 de la mañana es la mejor opción.
Hasta mañana.
Marta&Beatriz