El sábado nos despedimos de los chavales de Valdemorillo y comenzamos nuestro improvisado viaje a Núremberg. Como está a unos cuantos kilómetros de distancia, tardamos casi todo el día en llegar. Una vez allí, buscamos nuestro albergue, cosa no muy fácil ya que desde el principio se nos había indicado mal y parecía un alcázar medieval. El sitio es una pasada, el casco urbano, rodeado por una muralla con grandes torreones, y las casas del interior están todas adornadas con decoración medieval.
Cansadas por el viaje nos fuimos al albergue a dormir.
A la mañana siguiente, tuvimos que coger varios trenes para poder llegar a Estrasburgo, una ciudad que desde el tren no parece nada bonita, pero que realmente sorprende.
Conseguimos un hotel y nos fuimos a dar una vuelta, dándonos la grata sorpresa de coincidir con un espectáculo de luces que se estaba dando en la catedral. Los focos iluminaban las distintas partes de la catedral al ritmo de la música. Terminado el espectáculo, fuimos dando un paseo por las callejuelas de esta ciudad, también se realizaron juegos de luces a las orillas del canal.
Encantadas con la visita de ayer, hoy hemos decidido verlo a la luz del día, y la verdad es que es igual de bonita de día que de noche. Hemos vuelto a la catedral para verla por dentro y nos ha vuelto a dejar con la boca abierta. Es una catedral de inicios románicos que va adoptando elementos hasta llegar al gótico e incluso al clásico.
Tras esta visita, hemos ido al hotel a buscar nuestros makutos y ahora emprendemos el viaje hacia Berna.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar y mañana un poco mas.